Apellido, relativamente frecuente y repartido por España, aunque recurrente en Andalucía y Extremadura, procedente del topónimo Amaya, nombre de una población en la provincia de Burgos, cuyo nombre adoptaron por apellido los progenitores de las familias así apellidadas. El étimo del topónimo –Amaya- es dudoso, aunque los filólogos vascos lo interpretan como “lo que se acaba”, “final de la tierra fructífera”. Pedro Páez de Amaya fue Alférez de Alfonso Enríquez, primer Rey de Portugal, siéndolo también del Rey de León. Una muy antigua casa solar hubo en el lugar llamado Peña de Amaya, enclavada en tierra de Treviño (Burgos); otra en Aguilar de Campóo (Palencia); otra en Navarra; otra en Asturias, y otras en La Rioja y Castilla, con ramas en Extremadura y Andalucía. Ante la Real Chancillería de Valladolid probaron su hidalguía, entre otros, Álvaro de Amaya, vecino de Hortezuela (Soria), en 1552; Gonzalo de Amaya, vecino de St. Domingo de la Calzada (La Rioja), en 1558; Juan de Amaya, vecino de San Esteban de Gormaz (Soria), en 1528, y Antonio de Amaya Lorenzo, vecino de Villalón (Valladolid), en 1622. Ante la Real Chancillería de Granada lo hicieron, entre otros: Bartolomé y Antonio Amaya, vecino de Cádiz, en 1561, y Pedro y Juan Amaya de los Cameros, originarios de La Rioja y vecinos de Véjer (Cádiz), en 1580 y 1591 respectivamente.
Armas.- El “Repertorio de Blasones de la Comunidad Hispánica” recoge, en primer lugar, para Amaya: De gules, con un águila de su color natural, picada de plata y armada de oro.
Extracto de la información contenida en la lámina de este apellido editada por Instituto de Historia Familiar.

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